2 horas para el debate electoral de las generales de diciembre del 2015 en el prime time de TV3. Habitación cerrada. 33 años y apenas una veintena de actos en bibliotecas, plazas y salas detrás. Nervios, fichas y datos. Soledad, inseguridad y responsabilidad. Silencio. Y un mensaje en medio de todo eso: “Rufi, estic amb tu. Sigues tu mateix. Ho faràs molt bé. Marta.” Era Marta Rovira y con esas 3 frases me dijo cuanto necesitaba, como lo necesitaba y cuando lo necesitaba. A partir de ese día vinieron otros muchos días como aquel y siempre tuve el mensaje de Marta diciéndome cuanto necesitaba, como lo necesitaba y cuando lo necesitaba.

3 años, centenares de reuniones, mensajes y conversaciones después, la represión y persecución de un estado vengativo, cada día más lejos de Estrasburgo y más cerca de Ankara, ha obligado a una de las mejores políticas de la historia contemporánea de Catalunya a exiliarse. Nosotros perdemos poderla escuchar en una sala de ERC cada lunes, pero Europa gana poderla escuchar cada día. España es un estado en el que raperos están frente a barrotes y Jiménez Losantos frente a un micro. España es un estado que expulsa a Marta Rovira y vota a Cristina Cifuentes. Diría que está todo dicho.

Marta Rovira es y será mi secretaria general. La Jefa, como nos decimos en Calàbria cuando no está. La secretaria general de mi partido es una persona íntegra que tuvo que despedirse una noche de su hija Agnès días antes de su séptimo aniversario y viajar durante horas para poder escapar de un estado resentido. La secretaria general de mi partido es una persona valiente que una tarde de abril de hace casi 4 años les pidió mirándoles a los ojos desde el atril del Congreso a quienes hoy son sus carceleros respetar la voluntad soberana del pueblo de Cataluña. La secretaria general de mi partido es una persona honesta que no ha permitido que un señor con toga y 100 llamadas de ministros en el móvil le impida ser madre y política. La secretaria general de mi partido es una persona leal a 3 siglas, a 87 años de historia y a centenares de miles de ilusiones y golpes de un día que durará años y que no le robará nadie. La secretaria general de mi partido es mi amiga y quienes la queremos preferimos hacer cientos de kilómetros en un coche hasta un sitio seguro para verla y abrazarla que hacerlos hasta una cárcel española en mitad de la nada para verla tras un cristal. Y la secretaria general de mi partido confió en mí cuando ni yo confiaba y no hay país con jueces, medios y celdas suficientes para encarcelar esa gratitud.

Marta, estic amb tu. Sigues tu mateixa. Ho faràs molt bé.

Gabriel.